Judit Ribas nació en Sant Julià de Lòria (Andorra) en 1962. A los 18 años se trasladó a Barcelona para estudiar Filosofía en la Universidad de Barcelona. Allí conoció al que luego sería su esposo, Jordi Corominas. En 1987 decidieron sumarse a las campañas de alfabetización que se estaban llevando a cabo en Nicaragua bajo el gobierno revolucionario. Desde Barcelona se trasladaron a San Carlos, un pueblo pequeño y aislado en la zona del Río San Juan. Jordi y Judit trabajaron en la escuela del pueblo y crearon la primera biblioteca.
En 1990 el Partido Sandinista perdió las elecciones y el nuevo partido en el poder terminó las campañas de alfabetización. Desde el Río San Juan se trasladaron a Managua para incorporarse a la UCA (Universidad Centroamericana) como profesores de Filosofía. Durante esos años vivieron en el barrio René Cisneros donde fueron muy activos en la comunidad.
El barrio René Cisneros era un asentamiento urbano con muy poca infraestructura, con casas hechas de zinc y madera. Judit y Jordi se unieron a los esfuerzos de las Hermanas Misioneras Cruzadas para conseguir fondos para mejorar el barrio, como la canalización de las aguas negras, la construcción de un pozo de agua, la creación de la farmacia y el puesto médico, y la creación de la biblioteca.
Judit empezó a dar clases de flauta dulce a los niños y jóvenes del barrio René Cisneros. Al mismo tiempo, la norteamericana Dorothy Barnhouse creó un coro y empezó a dar clases de piano. Las clases de música duraron muchos años, los alumnos crecieron y algunos de ellos salieron a dar clases a otros barrios. El grupo de Judit y Dorothy se unió al proyecto del Padre Ángel del barrio del barrio Batahola constituyendo un proyecto llamado Música en los Barrios, que hasta la actualidad sigue ofreciendo clases de música a los barrios de Managua.
En 1997 Judit y su familia se fueron a El Salvador, donde ella siguió sus estudios de Filosofía y ofreció clases de flauta voluntariamente en su comunidad. En 2001 dejaron la región de Centroamérica después de vivir allí casi 15 años y se trasladaron a Francia. Judit tocó en varios grupos de música y colaboró con proyectos de integración social dando clases de música a inmigrantes y colectivos marginados.
Aparte del goce estético, Judit halló en la música una función educativa, social y terapéutica. Siempre recordó con orgullo los proyectos de música desarrollados en Nicaragua, país en el que adoptó dos niños y con el que mantuvo unos fuertes lazos afectivos.
Judit Ribas soñaba en crear un proyecto destinado a niños y jóvenes de barrios humildes que con el aprendizaje de la música pudieran socializarse y huir de problemas como la delincuencia y la droga. A causa de su temprana muerte Judit no pudo concretar el proyecto. Intentando ser fieles a su legado y a su espíritu, su familia y amigos, junto a la Fundació Julià Reig intentamos llevar a término su sueño con la creación de la Asociación Música para Vivir.